El FMI cree que es un riesgo para la economía que la gente viva más de lo esperado
«Vivir hoy más años es un hecho muy positivo que ha mejorado el bienestar individual. Pero la prolongación de la esperanza de vida acarrea costos financieros, para los Gobiernos a través de los planes de jubilación del personal y los sistemas de Seguridad Social, para las empresas con planes de prestaciones de jubilación definidas, para las compañías de seguros que venden rentas vitalicias y para los particulares que carecen de prestaciones garantizadas». Con estas palabras, comienza el FMI el resumen sobre su informe `El impacto financiero del riesgo de longevidad´.
Hasta el momento, las soluciones que ha dado el todopoderoso FMI son lo aumentos en la edad de jubilación y de las contribuciones a los planes de jubilación, con recortes de las prestaciones futuras. Mientras todo quede ahí, bien estaremos. Pero tal y como avanza ( es un decir) la sociedad y con las facilidades que en determinados países se viene dando a la mal llamada muerte digna, nada me extrañaría que llegado el momento se propusiera formal y legalmente que a los ciudadanos improductivos se les aplicasen los beneficios de una acelerada defunción: por el bien de su propia dignidad y por la contribución a la mejora de la economía, de la que no podrán disfrutar pese a haber invertido la mayor parte de su vida en su crecimiento. Cierto que ésto no es más que una hipótesis, pero sola declaración del FMI me pone los pelos de punta. Al fin y al cabo, el bienestar económico quedará reducido al grupo de los elegidos que no sobrepasen una terminada edad. El resto, estorba.
Ya en el Japón feudal del siglo XIX, cuando tenia lugar una hambruna las familias mas pobres se acercaban al bosque para abandonar y dejar morir a los niños y personas mayores que no podían alimentar. En el siglo pasado, el fallecido escritor Seich Matsumoto publicó una novela, posteriormente llevada a la televisión, titulada Kuroi Jukai (El negro mar de arboles), en la que uno de los personajes se adentraba en Aokigahara para morir.
Bosque de Aokigahara |
Más recientemente, un libro de Tsurumi Wataru titulado Kanzen Jisatsu Manyuaru (El Completo Manual del Suicidio, 1993), que ha vendido millones de ejemplares en aquel país, lo recomendó como el lugar perfecto para quitarse la vida. En el año 2004, el director Takimoto Tomoyuki rodó la película Ki no Umi, en la que contaba la historia de cuatro personas que decidían suicidarse en este bosque.
Hace años, pude ver la Balada del Nayarama, donde Orín, la abuela y más anciana de la casa del árbol, es decir, de la casa de la familia que lidera Tatsue (primogénito de ella), va a cumplir los setenta y está en perfecto estado. Pero para despejar camino, pues se trata de una sociedad donde sobrevive por subsistencia muy apurada, y ayudar de algún modo a su familia decide ir arrancándose ella misma los dientes; ya que según la creencia, los viejos que ya no tienen dientes han de ser dejados en la cima del monte Narayama, pues así lo desea el Dios de la montaña. A Tatsue no le queda otra que, al final, trasladar a su madre al monte, donde esta perecerá. La película me dejó mal sabor de boca, igual que me lo ha dejado la declaración del FMI.
Quiera Dios iluminar al FMI y a los eminentes próceres que nos gobiernan y les aclare que la economía está hecha para las personas y no las personas para la economía. Que ésta tiene su razón de ser en el bienestar de la humanidad: joven, vieja , guapa o fea ; que el mundo es de todos y para todos, sin acepción de razas, credos, edades..... y todos tenemos derecho a disfrutar de lo que nos ofrece o en otro caso, de lo que nos priva.
Por cierto, la foto de la señora entrada en años que aparece abajo corresponde a la directora actual del FMI; es evidente que no está en la flor de la edad. Lo mismo debería en ir pensando en arrancarse uno a uno los dientes y ascender al monte que le pille más cercano para no poner en riesgo la economía.
Christine Lagarde |
No hay comentarios:
Publicar un comentario