¿Por qué comes conmigo, Jesús?
No soy mejor que lo publicanos y los pecadores del evangelio. Como ellos, busco mi propio interés, me autojustifico constantemente; me gusta que halaguen mi aparente bondad; el orgullo me supera en muchas ocasiones; no abro mi corazón a la gracia de tu palabra; me creo que los consejos evangélicos no son para mi, sino para los demás que no son tan piadosos como yo.
Pese a eso y muchas más cosas innobles que guardo en mi corazón, tu me invitas constantemente a comer contigo. Como dice el salmo 23 :Me preparas un banquete enfrente de mis enemigos , perfumas con ungüento mi cabeza y mi copa rebosa.
No sólo comes conmigo, Jesús, siempre que me digno a acudir a tu irrevocable invitación , sino que te haces comida para mi, te transformas en Pan de Vida y de vida eterna. Ya lo dejaste avisado: El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día.
Gracias Señor por acordarte de mi y de todos los que son como yo; por no fijarte en lo que soy , sino en lo que quisiera ser y casi nunca consigo; por mirar a otro lado cuando caigo y por venir corriendo en mi ayuda cuando quiero levantarme. Gracias por ser el perfecto anfitrión y perdona que tantas veces rehúse asistir al banquete me preparas con el mejor manjar que eres tú mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario