En estas fechas es común que nos llenemos de buenos deseos para nosotros y para los demás: pedimos y deseamos felicidad en las fiestas y en el año que comienza, salud, trabajo, dinero, paz .... Es humano y natural que aspiremos a ello y que lo extendamos a todos a los que queremos.
Muchas veces sin embargo, lo que recibimos del año que entra, no resulta lo que esperábamos; en vez de salud, nos encontramos con la enfermedad, con pérdidas del puesto de trabajo, con rencillas dentro de la familia, con la muerte de seres queridos...¿Es que Dios no ha escuchado nuestra plegaria? Al contrario: según se explica en el libro "Meditaciones sobre la fe, de Taeusz Dajczer, Dios nos ha provisto de unos talentos que debemos saber aprovechar, como los servidores de la parábola. Pero no nos confundamos. Talento no sólamente es poseer algo, sino también carecer de ello. A la luz de la fe, la salud es un talento, pero la enfermedad también lo es. Jesús en cada caso nos va a preguntar ¿Qué vas a hacer con ese talento? Porque se puede desperdiciar tanto la salud, como más aún, la falta de ella. Todo es un don y el talento también lo es y somos obsequiados constantemente por Dios con dones que hemos de saber emplear.
El hombre de fe no puede dejar de ver el sentido más profundo de sus propias experiencias y la búsqueda de ese sentido ua es de por si una forma de utilizar el talento.
Si hay ciertas situaciónes que provocan tensión en nosotros eso significa que enmarcado dentro de ellas hay algún diamante cubierto por las cenizas: ese diamante es nuestro talento.¿Qué haremos con él? ¿´cómo lo aprovecharemos?. Todo ha de servir para nuestra santificación y en ese sentido, todo de GRACIA. El sufrimiento que nos abruma, o el sufrimiento que afrontamos, todo es un conjunto de talentos. Pero nosotros, con frecuencia, actuamos como niños pequeños, que no entendemos muchas cosas, Hasta el día en que comparezcamos delante de Dios, en veremos y entenderemos todo. Conoceremos todo ese mar de talentos en el que hemos sido sumergidos
Los talentos pueden tener mucho o poco valor. Si algonos sale bien , sin duda hemos hecho uso de un talento. Pero si no nos sale algo, estamos ante un talento aún más valioso. Los fracasos son tesoros inapreciables que nos han sido dados en la vida. Dios nos preguntará algún día: ¿cómo aprovechamos nuestros fracasos personales? Esos que Dios nos dio como oportunidades, , como talentos.
San Agustín nos decía: A los que aman a Dios todo se le vuelve en bien, incluso el pecado. Igualmente, Santa Teresa de Lisieux , repetía: Amo todo lo que Dios me da.
De la misma manera, Santa Bernardita Soubirous nos déjó un elocuente testimonio de agradecimiento por los dones recibidos , que recogió Marcelle Auclair en lo que llamó su testamento.Si bien estas palabras no fueron manifestadas expresamente por la santa , la escritora las concluyó de trayecroria de vida. Merecen ser reseñadas en su integridad:
"Por la pobreza en la que vivieron papá y mamá, por los fracasos que tuvimos, porque se arruinó el molino, por haber tenido que cuidar niños, vigilar huertos frutales y ovejas, por mi constante cansancio ... te doy gracias, Señor.
Te doy gracias, Señor, por el fiscal y el comisario y por las duras palabras del padre Peyramale.
No sabré cómo agradecerte, si no es en el Paraíso, por los días en que viniste, María, y también por aquellos en que no viniste. Por la bofetada recibida, y por las burlas y ofensas sufridas, por aquellos que me tenían por loca, y por aquellos que veían en mí a una impostora; por alguien que trataba de hacer un negocio .... te doy las gracias, Madre.
Por la ortografía que jamás aprendía, por la mala memoria que siempre tuve, por mi ignorancia y por mi estupidez, te doy las gracias.
Te doy las gracias porque si hubiese existido en la tierra un niño más ignorante y estúpido tú lo hubieses elegido...
Porque mi madre haya muerto lejos. Por el dolor que sentí cuando mi padre, en vez de abrazar a su pequeña Bernardita, me llamó 'hermana María Bemarda...”, te doy las gracias.
Te doy las gracias por el corazón que me has dado, tan delicado y sensible, y que colmaste de amargura...
Porque la madre Josefa anunciase que no sirvo para nada, te doy las gracias. Por el sarcasmo de la madre maestra, por su dura voz, por sus injusticias, por su ironía y por el pan de la humillación ... te doy las gracias.
Gracias por haber sido como soy, porque la madre Teresa pudiese decir de mí: "Jamás le cedáis lo suficiente...
Doy gracias por haber sido una privilegiada en la indicación de mis defectos, y que otras hermanas pudieran decir: "Qué suerte que no soy Bernardita"...
Agradezco haber sido la Bernardita a la que amenazaron con llevarla a la cárcel porque te vi a ti, Madre ... Agradezco que fui una Bernardita tan pobre y tan miserable que, cuando me veían, la gente decía: '¿Esa cosa es ella?', la Bernardita que la gente miraba como si fuese una animal exótico..
Por el cuerpo que me diste, digno de compasión y enfermo..., por mi enfermedad que arde como el fuego y quema como el humo, por mis huesos podridos, por mis sudores y fiebre, por los dolores agudos y sordos que siento ... te doy las gracias, Dios mío.
Y por el alma que me diste, por el desierto de mi sequedad interior, por tus noches y por tus relámpagos, por tus rayos..., por todo. Por ti mismo, cuando estuviste y cuando faltaste ... te doy las gracias, Jesús".
Te doy gracias, Señor, por el fiscal y el comisario y por las duras palabras del padre Peyramale.
No sabré cómo agradecerte, si no es en el Paraíso, por los días en que viniste, María, y también por aquellos en que no viniste. Por la bofetada recibida, y por las burlas y ofensas sufridas, por aquellos que me tenían por loca, y por aquellos que veían en mí a una impostora; por alguien que trataba de hacer un negocio .... te doy las gracias, Madre.
Por la ortografía que jamás aprendía, por la mala memoria que siempre tuve, por mi ignorancia y por mi estupidez, te doy las gracias.
Te doy las gracias porque si hubiese existido en la tierra un niño más ignorante y estúpido tú lo hubieses elegido...
Porque mi madre haya muerto lejos. Por el dolor que sentí cuando mi padre, en vez de abrazar a su pequeña Bernardita, me llamó 'hermana María Bemarda...”, te doy las gracias.
Te doy las gracias por el corazón que me has dado, tan delicado y sensible, y que colmaste de amargura...
Porque la madre Josefa anunciase que no sirvo para nada, te doy las gracias. Por el sarcasmo de la madre maestra, por su dura voz, por sus injusticias, por su ironía y por el pan de la humillación ... te doy las gracias.
Gracias por haber sido como soy, porque la madre Teresa pudiese decir de mí: "Jamás le cedáis lo suficiente...
Doy gracias por haber sido una privilegiada en la indicación de mis defectos, y que otras hermanas pudieran decir: "Qué suerte que no soy Bernardita"...
Agradezco haber sido la Bernardita a la que amenazaron con llevarla a la cárcel porque te vi a ti, Madre ... Agradezco que fui una Bernardita tan pobre y tan miserable que, cuando me veían, la gente decía: '¿Esa cosa es ella?', la Bernardita que la gente miraba como si fuese una animal exótico..
Por el cuerpo que me diste, digno de compasión y enfermo..., por mi enfermedad que arde como el fuego y quema como el humo, por mis huesos podridos, por mis sudores y fiebre, por los dolores agudos y sordos que siento ... te doy las gracias, Dios mío.
Y por el alma que me diste, por el desierto de mi sequedad interior, por tus noches y por tus relámpagos, por tus rayos..., por todo. Por ti mismo, cuando estuviste y cuando faltaste ... te doy las gracias, Jesús".
Por tanto, aprendamos a reconocer los talentos que Dios no deja de darnos y saquemos provecho de los mismos, para que cuando nos pida cuenta de ellos, sepamos devolverlos por duplicado. No olvidemos que todo lo que recibimos , es un don.
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