lunes, 20 de febrero de 2012

GRACIAS POR UN AÑO MÁS









Gracias Señor:

Te doy gracias por haberme permitido  nacer en una familia católica, que por el bautismo me hizo miembro de la Iglesia desde pequeña. 
Te doy gracias por la educación y el ejemplo de mis padres, que pese a mi rebeldía, al fin me ha permitido encontrarme cara a cara contigo, aunque antes haya corrido tras ídolos falsos. Te doy gracias por los cimientos que construiste para que el edificio de mi fe creciera.

Te doy gracias por  dejarme conocer tu grandeza , tu inmensidad, tu todo en todo,
Gracias Padre, Abba. Papá, mi Creador y mi Protector, el que me conoce y me quiere desde antes de nacer y tiene un plan perfecto para mi. El que lleva mi nombre tatuado en la palma de su mano, para no olvidarse nunca de mi

Gracias Jesús, mi Señor y mi Hermano,  tan  Dios y  tan Hombre, que por mi - única entre todos lo únicos- hiciste que la absoluta inmensidad de un Dios cupiera en el vientre puro de una muchacha humilde; gracias, Jesús, que uno con los hombres, anduviste por los caminos de Israel para enseñarme el sendero de la vida, para  sellar con tu sangre la nueva alianza redentora, para que al fin, me sacie de gozo en  la divina presencia.

Gracias Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo por infundir en mi alma el deseo de lo infinito, de lo perfecto.  Gracias por inclinarme a todo lo que es bueno y bello y por darme fuerzas para alejarme del mal. Gracias por dirigir mis pensamientos, acciones y omisiones al  Bien Supremo, que presiento por tu intercesión y del que espero disfrutar en la vida eterna.

Gracias María, porque por ti se hizo posible el milagro de todos los milagros. Gracias por dejarte usar por Dios y patrocinar mi salvación. Gracias  Madre por estar ahí, pendiente de mi porque soy más valiosa para ti que lo que más pudiera valer en el mundo,  porque valgo nada más y nada menos que el precio de la sangre de tu Hijo. Sé que por eso  soy preciosa para ti, porque han pagado el precio más alto por mi vida.

Gracias Santísima Trinidad que habitas en mi ser para vivificarlo.

Gracias, Santa Madre Iglesia, esposa y cuerpo de cristo, de la que formo parte y a la que me debo. Gracias por la comunión de los santos, que me beneficia de la bondad de todos aquellos que se dejaron seducir por el evangelio. Gracias por los sacerdotes, de quienes recibo continuos dones a través de los sacramentos. Gracias por todos los hermanos que hacen el bien sin que apenas lo sepa nadie, porque todo ese bien redunda en todos los demás. Gracias por todos los hermanos que pones en mi camino y me permiten ver a Jesús en sus rostros, tocarlo, cuidarlo, amarlo, mimarlo.

Gracias Dios mío por haberme dado capacidad de razonar y capacidad de elegir; por no ligarme con más ataduras que las del amor que sólo por mi parte  se pueden romper.

Gracias , Padre , por enseñarme que siempre estás ahí, pase lo que pase y haga lo que haga. Gracias por no quererme porque sea perfecta, sino porque soy tuya, obra de tus manos.

Gracias por abrir tus brazos para recibirme cada vez que , en un avenate de niña pequeña me escapo de la casa; gracias por no reprocharme nada, sino al contrario, por cubrirme de besos cada vez que decido volver. Gracias por olvidar todo lo malo que hago y por apostar por todo lo bueno que pueda hacer, aunque sepas, porque tú lo sabes todo, que nunca daré la talla que yo quiero dar. Pero te doy las gracias porque me has hecho ver que eso a ti no te importa, que no esperas de mi más que que sea tu hija,

Y  ahora quiero pedirte , Padre mío, Jesús mío, Espíritu Santo ,  Dios uno y trino: dame la confianza de una niña pequeña para que pueda abandonarme entera a tu voluntad. Dame la gracia de acurrucarme en tus brazos cuando me asuste la vida. Dame la gracia de pedir lo que tú quieras  porque esté convencida de que sea lo que sea, va a ser lo mejor para mi. Quiero estar segura contigo, porque si tú estás conmigo nada podrá hacerme nada malo.

Que cuando todo se oscurezca en mi vida, me quede la certeza de tu misericordia y tu infinito amor para conmigo. Así nada temeré. Llámame , a voces si hace falta, cuando me asusto y susúrrame al oído para tranquilizarme: calma, no te preocupes, porque todo un Dios está contigo y te sostiene en sus brazos .

Gracias por mi vida

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