domingo, 9 de septiembre de 2012

SANTIAGO Y DON TONTÍN



                          Carta del apóstol Santiago (2,1-5)


     "No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.» Al pobre, en cambio: «Estáte ahí de pie o siéntate en el suelo.» Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?"



     Desde un principio, la Iglesia se consolidó sobre los pobres. La propia Madre de Dios, antes del nacimiento de su hijo,   proclamó ante su prima Isabel: " los pobres los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos".

      Son muchos los pasajes evangélicos en los que Jesús ensalza la pobreza -bienaventurados los  pobres - contraponiéndolos a la figua del  joven rico :  es más difícil que un rico entre en el Reino de los cielos que un camello por el ojo de una aguja...Claro está que Jesús no fue excluyente,  no condenó a los ricos por  el hecho de serlo , sino por su actitud. Solo el que es pobre puede esperarlo todo de Dios, aceptar la gratuidad de la salvación que se nos ofrece ; el rico, las más de las veces, pretende adquirirlo todo con su dinero. El que nada tiene que perder no desconfía, a ése siempre le queda la esperanza.
      No obstante, reitero que hay excepciones , ricos con la humildad de los pobres y también pobres altaneros, que de tener posibles se convertirían en verdaderos tiranos. Pero lo cierto que la Iglesia nació pobre, de los pobres y  para los pobres. El mismo Jesús fue pobre, como la gran mayoria de sus seguidores. Incluso en los primeros tiempos,  la Iglesia fue criticada por su pobreza por Celso  , quien reprochaba a Jesús el que “cuando vivía no fue capaz de ganar más que a una decena de pescadores y recaudadores de impuestos, gente de la más abominable”, añadiendo que los cristianos rechazan a «las personas educadas, instruidas y dotadas de sensibilidad», mientras que hallan sus adeptos entre «los necios, los indignos, los tontos, esclavos, mujeres y niños. En sus reuniones sólo se ven “tejedores, zapateros, lavanderos, gente sin letras y tipos rústicos, que no serían capaces de decir ni una palabra delante de sus mayores y amos educados»


    Santiago, en su carta, nos recuerda que  la Iglesia es la Iglesia de los pobres y exhorta a que no existan favoritismos en ella.



  Hoy he asistido a Misa de dos de la tarde en mi parroquia. A esa Misa no suelo ir casi nunca, porque me pilla en la hora del hambre, pero había tenido un compromiso anterior y se me hizo tarde.  En mi parroquia, la verdad, no se reservan sitios, a no ser en la Eucaristía del sábado donde los carmelitas seglares se suelen sentar juntos en las primeras filas. No hay reserva de bancos , pero se les respeta  el lugar  por el resto de la feligresía, por aquello de que se pongan todos juntos. Supongo además que es algo especial para ellos, porque todos se cuelgan esos escapularios enormes, que el resto de la semana no acostumbran a usar. Ya digo que como a Misa de dos no suelo asistir, no conozco al personal, pero hoy he visto en ella a Don Tontín. Don Tontín es el pobre que pide al final del semáforo de mi calle: tiene una cara de esas entre inocente y triste y  mi marido, con cierta dosis de mala baba , lo rebautizó con ese mote. No sé cual es su  verdadero nombre. Es un pedigüeño agradable y agradecido, de los que no te insultan si no le das y siempre tiene buena cara , aunque de las características señaladas. Pues bueno, lo he visto acercarse a comulgar, muy despacito,  el último de la fila. No creo que nadie le haya indicado que se coloque en el último lugar, puede que él mismo haya considerado que su sitio era ése. El caso es que allí  iba el hombre a recibir a Jesús, con maneras muy humildes ,   con una  camisa de rayas imposibles que le venía tres tallas grande y un  pantalón de cuadros más difícil de mirar todavía: una combinación como para que no le echen mal de ojo. 


Aproximación a la cara de Don Tontín


     El detalle me ha hecho pensar. En la mayoría de las iglesias   a las que asisto normalmente , nunca he visto que se reservasen  los  bancos: cada cual se pone donde le place.  Ahora bien, en las grandes solemnidades , en las Misas multidudinarias que se celebran en ocasiones especiales ( visitas papales, funerales de estado, toma de posesión de alguna  autoridad eclesiástica, día de la Patrona de la ciudad...) sí que he observado que no se cumple en absoluto lo que el apóstol nos indica. Haciendo memoria, no consigo recordar a los Don Tontines en los primeros bancos en esas ocasiones, antes bien, estos están reservados a las distintas autoridades,  a muchas de las cuales, jamás he visto en la iglesia más que en esos momentos  de protocolo y lucimiento personal (no es el caso de  Fabiola de Bélgica, que aunque aparece en la foto que he puesto al  inicio me consta que es persona muy devota).
     Los "figurones"  además, suelen hacer acto de presencia en el último momento pero  tienen su reserva garantizada cuando el pueblo llano, la Iglesia de Jesús, a lo mejor lleva horas intentando acomodarse en el templo y no consigue más que una silla en el último lugar, donde ni se ve ni se oye. 

     No es una crítica a la Iglesia - la Iglesia es madre  y  a las madres no se les critica y además , al fin y al cabo Iglesia somos todos - pero sí una constatación de la realidad. Jamás he visto, v.g.  que el alcalde de mi ciudad, aun estando el templo lleno, se haya tenido que quedar de pie como la mayoría de los asistentes . Siempre tiene su asiento  junto al presbiterio. Los demás no,  los demás nos acomodamos como podemos, de pie, detrás, sin apenas poder participar de la celebración y éso pese al madrugón para coger un buen sitio. 


   Supongo que todo obedece a cuestiones de protocolo, pero precisamente el protocolo que marcó Jesús difiere mucho del protocolo que nos hemos inventado sus seguidores. Por eso , en la Eucaristía de hoy, la visión de Don Tontín con su camisa a rayas acudiendo a comulgar  el último, me ha hecho reflexionar sobre si estaremos haciendo las bien las cosas.

   


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