viernes, 14 de octubre de 2011

EL EXTERMINIO DE LOS INOCENTES




Pido la palabra por las muchas, muchísimas personas que ya nada pueden decir, porque han sido exterminadas antes de ver la luz.

     Desde que se implantaron los diagnósticos prenatales y se legalizó el aborto como un derecho de la embarazada, las personas      con Síndrome de Down están desapareciendo de nuestra sociedad. Nuestra sociedad, esa que aparenta estar del lado de los débiles, esa que aboga por los derechos humanos y pretende encabezar el ranking de los adalides de su defensa; esa que no dudaría en pedir la más alta de las penas a quien osara abusar de un menor, de un discapacitado, de cualquier criatura indefensa. La que rechaza de plano la homofobia, la xenofobia y todas las fobias habidas y por haber y favorece y promueve el respeto a las diferencias.

     Nuestra sociedad, que quita las barreras arquitectónicas de los edificios y se las pone a la VIDA. Porque no es otra cosa lo se está haciendo con los que tienen la desgracia de ser diagnosticados precozmente del Síndrome de Down.

     Nos llevamos las manos a la cabeza - y con razón- cada vez que se nos recuerda el holocausto nazi. Nos conmovemos - lógicamente- con las catástrofes que afectan a un grupo más o menos numeroso. Pero ante el genocidio de los Síndrome de Down nos callamos la boca, sencillamente. No tengo datos científicos sobre la incidencia del diagnóstico prenatal y el índice de abortos de aquellos que pudieran nacer con ese síndrome, pero de un tiempo a esta parte, cada vez veo a menos por las calles y estos son cada vez más mayores. Y YO LOS ECHO EN FALTA. Me gusta la diversidad, la suya incluida. Porque no son ni más ni menos, sino distintos, como distintos somos unos de otros .
    

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