viernes, 16 de diciembre de 2011

ABRAHÁN Y JOSÉ, PADRES DE LA FE

17 DE DICIEMBRE, FERIA MAYOR




     ... Y Jacob engendró a José, el esposo de María,  de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron  en total catorce: desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el  Mesías, catorce.

     Propósito del día:  obediencia al designio de Dios para nosotros, siguiendo el ejemplo de Abrahán y de San José.




     José, el esposo de María, a quien Dios eligió para que hiciera las veces de padre de Jesús ante la ley mosaica, nos es presentado por el evangelio de la infancia de Jesús como el creyente que realiza, en la obediencia a la palabra de Dios, el designio divino sobre él; aunque la oscuridad de la fe sobrepase su capacidad de escrutar el futuro que irrumpe por sorpresa en su vida. José obedece al ángel que le dice: “José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a maría, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo” (Mt 1,20).

     La fe de José, igual que al de María, se convierte en paradigma de la fe del cristiano, heredero de Abrahán, padre de los creyentes. José y María realizan en su propia fe de forma plena la fe de Abrahán. María en aquella excelencia que le otorga la condición de criatura sin pecado, dócil sin quiebra alguna al designio de Dios, destinada a ser la madre del Hijo de Dios. José en aquella condición subordinada a su misión de padre ante la ley de Jesús, en la fidelidad a Dios que se hace patente en la obediencia de su fe, que encarnó en su vida de justicia ante Dios como varón justo al que amó el Señor. En José reconocemos al padre creyente del heredero mesiánico de las promesas hechas a Abrahán, pues “la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal (de Abrahán), sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros” (Rom 4,16).

                                                                     (Mons. González Montes)

No hay comentarios:

Publicar un comentario