18 DE DICIEMBRE, IV DOMINGO DE ADVIENTO
EXPECTACIÓN DEL PARTO DE LA VIRGEN
El ángel, entrando en su presencia , dijo: Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo. Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: No temas , María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin. Y María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?. El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que , a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios no hay nada imposible. María contestó: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra.
Propósito del día: oremos para que podamos recibir a Jesús en Navidad, no en el frío pesebre de un corazón egoísta, sino en un corazón lleno de amor, compasión, alegría y paz.
MEDITACIONES IV DOMINGO DE ADVIENTO CON MADRE TERESA DE CALCUTA Y BENEDICTO XVI
Ahora que el Aviento se acerca a su fin, oremos para que Cristo venga verdaderamente a nuestros corazones. Señor, llena nuestros corazones con tu amor, y así como revelaste la venida de tu hijo por medio de un ángel, nos guíe por su sufrimiento y muerte a la gloria de Su resurrección. Amén.
Dios se ha hecho hombre. Se ha convertido en un niño. Con esto, El cumple la gran y misteriosa promesa de ser Emmanuel: Dios-con-nosotros. Ahora Dios ya no es inalcanzable. Dios es Emmanuel. Al convertirse en un niño, El nos ofrece la posibilidad de estar en términos familiares con El. Esto me hace recordad de un cuento rabínico de Elie Wiesel. Nos cuenta sobre Jehel, un pequeño niño que entra corriendo al cuarto de su abuelo, el famoso Rabí Baruch. Unas lágrimas grandes caen sobre sus mejillas, y llorando dice, "mi amigo ya no me quiere. Es muy injusto y malo conmigo." "Bueno, me podrías explicar esto mejor?" preguntó el maestro. "Está bien", respondió el niño. "Estábamos jugando a las escondidas. Yo me estaba escondiendo tan bien, que el no podía encontrarme. Así que simplemente él se dio por vencido y se fue a su casa. No crees que fue muy malo?" El lugar más emocionante para esconderse ha perdido su encanto porque mi amigo dejó de jugar. El maestro acaricia la cara del niño. Ahora también el tiene lagrimas en sus ojos. Y le dijo, "si, esto no es bueno. Pero mira, es lo mismo con Dios. El se esconde y nosotros no lo buscamos. ¡Imagínate! Dios se esconde, y nosotros ni siquiera lo buscamos." En esta pequeña historia, un cristiano puede encontrar la clave del antiguo misterio de Navidad. Dios se está escondiendo. El espera que su creación se acerque a El, El espera por un nuevo Si a su venida, a que el amor nazca como una nueva realidad de su creación. El espera por el hombre. (P. Benedicto XVI)
Encendemos esta vela de amor, para recordarnos de que Dios es amor. Dios nos creó por amor y nos redimió por amor y El quiere nacer en nuestros corazones.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados." Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: "Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"." Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer. (Mateo 1,18-24)
"En Navidad Cristo viene a nosotros como un niñito, pequeño e indefenso, con mucha necesidad de todo lo que el amor pueda dar."
"¿Estás listo para recibirlo? Antes del nacimiento de Jesús, sus padres pidieron por un simple lugar para vivir, pero no había ninguno. Si Maria y José estuvieran buscando una casa para Jesús, ellos escogerían… ¿Tu corazón y todo lo que posee?"
"Oremos para que podamos recibir a Jesús en Navidad, no en el frío pesebre de un corazón egoísta, sino en un corazón lleno de amor, compasión, alegría y paz, un corazón lleno de amor por uno a otro." (Beata Teresa de Calcuta)
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