23 DE DICIEMBRE
Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: “No. Su nombre será Juan”. Ellos le decían: “Pero si ninguno de tus parientes se llama así ”.
Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño.
El pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”.
Todos se quedaron extrañados.
En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios.
Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos, y en toda la región montañosa de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban impresionados: “¿Qué va a ser de este niño?” Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él.
Propósito del día: llegar al convencimiento de que la mano de Dios está con nosotros, que no nos va a dejar nunca porque le hemos costado mucho - la sangre de su Hijo - y lo que que más cuesta, en más se aprecia.
“¿Qué va a ser este niño?” Un gran mensajero, el mensajero. Todos estamos llamados con nuestra vida a ser “Juanes Bautistas”, es decir a hacer como hacía él: señalar quién es el Cordero de Dios. “Este es el Cordero de Dios”. Nuestras vidas están llamadas, nuestra vocación cristiana consiste en, seas laico casado, soltero, religioso/a, sacerdote…, señalar con el dedo dónde está Jesús, dónde se le puede encontrar, dónde quiere nacer de nuevo entre nosotros. Estamos llamados a ser mensajeros entre nuestros hermanos, con humildad y sencillez, pero a la vez con valentía y capacidad profética, denunciando toda forma de denigración e injusticia. Para ello, como señalaba antes, debemos tener ojos para ver a los mensajeros que Dios me ha enviado, así yo también podré ser mensajero para otros, podré ser un Juan el Bautista que ayude a otros a encontrar al Señor, al Cordero de Dios.
Gracias Noemí, pasaré por el tuyo. Dios te bendiga.
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