martes, 1 de noviembre de 2011

HOY ES NUESTRO DÍA

 
     La Iglesia hace memoria a lo largo de todo el año litúrgico de los santos y beatos que han sido reconocidos oficialmente como tales por la Iglesia y que todos más o menos conocemos y encontramos en los altares de nuestros templos.
     Sin embargo, reserva un día del año para la celebración de TODOS LOS SANTOS.
     Pues bien , hoy es NUESTRO DÍA porque todos, sin excepción, estamos llamados a ser santos. Nuestra misión en el mundo no es otra que alcanzar la santidad para la que hemos sido creados. Dios no escogió sólo a unos cuantos dotados de grandes virtudes, sino que nos ha elegido a todos, a cada cual según su estilo de vida, para la santidad, para que con su ayuda y por los méritos de su Hijo conservemos la gracia que nos fue dada en el bautismo.
     La Beata Teresa de Calcuta, repetía que había que hacer las cosas ordinarias con un amor extraordinario. Pues bien, en eso consiste la santidad, que no es otra cosa que la plenitud de la caridad, la plenitud del amor. En el mismo sentido, SS Benedicto XVI manifestó recientemente que “la santidad, la plenitud de la vida cristiana no consiste en realizar empresas extraordinarias, sino en unirse a Cristo, en vivir sus misterios, en hacer nuestras sus actitudes, sus pensamientos, sus comportamientos. La santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya. "
     San Agustín resumió nuestra vocación a la santidad con estas palabras: “Nos hiciste , Señor, para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti”.
     Felicidades pues a todos ( me incluyo yo también) porque hoy es un día grande , es el día en que podemos decidir iniciar nuestra carrera hacia la santidad, el día en que podemos decidir si abrimos nuestras puertas a Cristo para que impregne nuestra vida y, así en su momento, podamos alcanzar el fin que Dios ideó para cada uno de nosotros desde la eternidad y que no es otro que el que permanezcamos siempre en Él y Él en nosotros.
     Que todos los santos que nos han precedido y que ahora ya viven en Dios y gozan plenamente de Él , nos ayuden con su ejemplo y con su intercesión ante Nuestro Salvador, a seguir este camino que se nos ha trazado desde el principio de los tiempos.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
 
 

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