sábado, 24 de marzo de 2012

JAMÁS HA HABLADO NADIE ASÍ







JAMÁS HA HABLADO NADIE ASÍ





     El evangelio de hoy me suscita la inquietud del porqué - la mayoría de las veces - cuando los católicos tratamos de transmitir nuestra fe , nuestras palabras suenan vacías y apenas somos capaces de convencer a nadie. No hay más que ver las caras de aburrimiento de los feligreses en las homilías dominicales, sus continuas miradas al reloj y sus gestos de impaciencia para comprobar que aquello que trata de explicar el sacerdote no les importa lo más mínimo. Palabras vacías que flotan en el templo y a las que apenas nadie atiende. 





     También es verdad que algunos sacerdotes recurren una y otra vez a lugares comunes , que por ya reiterados una y mil veces, terminan causando hastío. En otras ocasiones, es tan patente el desinterés del que predica , que se quitan las ganas de escucharlo. Pero aún no siendo así,  en pocas ocasiones el predicador suele ganarse el interés del auditorio, reforzando la máxima de que un buen sermón debe tener un buen principio, un buen final y que uno y otro estén lo más cerca posible. Ciertamente los más cortos son los más aplaudidos y  no siempre tienen buen principio ni buen final.





     Lo mismo suele suceder cuando de laicos se trata. Por experiencia propia,  diría que en todas las ocasiones en que surge la posibilidad de pregonar el mensaje del evangelio , se me echa a la cara un “no me des la vara” o “para sermones, los del cura”.

     Si hubiera sido así desde los primeros tiempos , si las enseñanzas de los apóstoles hubieran sido recibidas como recibimos los demás la palabra de Dios, el cristianismo se habría extinguido con la muerte de Jesús. Y no fue así.  Entonces, ¿  qué es lo que nos falta a nosotros y que los primeros cristianos sí tenían?

    Se podría decir que la Iglesia sigue creciendo en número en el mundo, pero  ¿ cuantos católicos comprometidos existen realmente? Estoy segura que no son tantos como los bautizados, que son los que hacen las estadísticas . Me fijo en los que acuden regularmente a la iglesia  - considerablemente menos que el general  de los bautizados, -  ésos que llamamos  “católicos practicantes” ( nunca he llegado a comprender qué son en realidad los  autodenominados “católicos no practicantes”)  y no encuentro en sus rostros la alegría ´con que tendrían que participar en la celebración Eucarística. Sólo aprecio  caras de pena,  suspiros de pena…..y  ello me hace pensar si la nuestra es una religión que provoca pena, lo cual no tendría que ser así.







     Algo muy gordo  nos tiene que estar pasando para que parezca que, en vez de recibir el anuncio de la Buena Nueva, estamos recibiendo el más sentido pésame  por el fallecimiento de un familiar querido. 

     Pienso que a los católicos nos falta fe, mucha fe, ríos de fe…..Esa fe que tuvieron los apóstoles, los mártires;  esa fe que se traduce en ejemplo de vida y que no se queda en meras palabras. Esa fe que transforma totalmente a las personas, que nos hace nuevos por dentro y por fuera y  que nos permite , como decía la oración del Beato Newman, irradiar a Cristo. Sólo así , irradiando a Cristo,  seremos capaces de hablar como lo hacía Jesús , como nunca lo había hecho antes nadie. Sólo así  podremos convencer a los guardias del templo,  a los espíritus tibios, a los que se quedan en el mero ritual , como los fariseos, de ser  “católicos practicantes” ¡ Y cuánto más a aquellos que no lo son !

     Aunque ya la he transcrito en este blog en otras ocasiones, vuelvo a copiar la oración del Beato Cardenal Newman; creo que tenemos que hacerla nuestra porque sólo así  conseguiremos una verdadera evangelización .




     "Querido Jesús:
    Ayúdame a esparcir Tu frangancia por donde quiera que vaya. Inunda mi alma con Tu Espíritu y Vida. Penetra y posee todo mi ser tan completamente, que mi vida sea sólo una irradiación de la Tuya. Brilla a través de mi y permanece tanto en mi, que cada alma con la que tenga contacto pueda sentir Tu presencia en mi alma ¡Permite que ellos al mirarme no me vean a mi, sino solamente a Jesús! Quédate conmigo y entonces podré empezar a brillar como Tú brillas, a brillar tanto que pueda ser una luz para los demás; la luz  ¡ Oh Jesús!    vendrá toda de Ti, nada de ella será mía; será Tú quien brille sobre los demás a través de mi. Permíteme predicarte sin predicar, no con palabras, sino con mi ejemplo, con la fuerza que atrapa , con la influencia compasiva de lo que hago, con la evidente plenitud del amor que mi corazón siente por Ti. Amén"



1 comentario:

  1. Nos falta fe, esperanza y amor.Si poseemos esas 3 sin duda nuestras celebraciones y nuestras vidas lo reflejaran. Buena reflexión. Gracias!

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