domingo, 15 de enero de 2012

MADRE TERESA DE CALCUTA: LA RESPUESTA A UNA LLAMADA


HABLA, SEÑOR





     Las lecturas del día de hoy  nos enseñan cómo el Señor tiene para cada uno de nosotros una llamada , una vocación especial y nos muestran también cómo respondieron en su día cada uno de los interpelados por Él y como se dispusieron a cumplir la voluntad divina.
     Así, Samuel prontamente respondió al llamado del Señor: "Habla, Señor, que tu siervo escucha"
     De la misma manera , los entonces discípulos de Juan,   cuando Jesús les dijo: Venid y lo veréis , no sólo fueron y se quedaron con Él, sino que llamaron a otros para que también se encontraran con el Maestro, con el Mesías.

     Ésto que sucedió en tiempos pretéritos, sigue pasando con todos nosotros en nuestros días: El Señor no deja de llamarnos para que vayamos a Él, que es la fuente de la vida. Algunos responden a esta llamada y se disponen a cumplir su voluntad. Otros, aunque la oyen, hacen oídos sordos porque es más cómodo quedarse con la vida que han dispuesto para sí; otros, ni tan siquiera oyen esta llamada, porque el ruido que los envuelve acalla la voz de Dios.

    Un ejemplo muy reciente de respuesta a la llamada de Dios es el de la Madre Teresa de Calcuta. Siendo muy joven descubrió que el Señor la quería como religiosa y cumpliendo su voluntad entró en la  congregación de las Hernanas de Loreto, donde vivió su vocación felizmente durante bastante tiempo. Había respondido desde el principio a lo que Dios reclamaba de ella y podría pensarse que el propósito que los designios de Dios para esta hija suya estaban cumplidos.Así lo entendió la propia madre Teresa.
     Pero he aquí que , siendo como era una alma  que vivía por y para su amado y que permanecía en constante contacto con   Él , supo escuchar como después de un tiempo, Dios la llamaba por otro camino e inició la fundación de la Misioneras de la Caridad. A esta nueva vocación que  Jesús le planteaba solía referirse ella como "La llamada dentro de la llamada".
     De las muchas cartas que envió a sus confesores y a diversas autoridades eclesiásticas en las que les relataba sus experiencias interiores, recogidas por el  padre Brian Kolodiejchuk, M.C. en el libro "Ven, se mi luz, quiero entresacar los siguientes párrafos

:


     A menudo durante el año he tenido el deseo de pertenecer completamente a Jesús y de hacer que otras almas, especialmente indias, viniesen y le amasen fervorosamente, pero pensando que fuese uno de mis deseos, lo alejé una y otra vez. Identificarme tanto con las chicas indias sería incuestionable. Después de leer la vida de Santa Cabrini, el pensamiento continuó a venirme, ¿por qué no puedo hacer por Él en India lo que ella hizo por Él en América? ¿Por qué fue capaz de identificarse tanto con los estadounidenses hasta hacerse uno de ellos? No esperó a que las almas se le acercasen, sino que salió en busca de ellas y las atrajo con la ayuda de sus celosas colaboradoras.

     ¿Por qué no puedo yo hacer lo mismo por Él aquí?

     ¿Cómo podría hacerlo? He sido y soy muy feliz como religiosa de Loreto. Dejar lo que he amado y exponerme a nuevos trabajos y sufrimientos, que serán grandes, ser el hazmerreír de tantos, especialmente religiosos, adherir y elegir deliberadamente las cosas duras de una vida al estilo indio, la soledad y la ignominia, la incertidumbre, y todo porque Jesús lo quiere, porque algo me está llamando a dejarlo todo y a reunir algunas compañeras para vivir su vida, para hacer su obra en la India. 




     "En todas mis oraciones y Santas Comuniones Él me pregunta constantemente, «¿Te negarás? Cuando se trató de tu alma no pensé en Mí mismo, sino que me entregué libremente por ti en la Cruz y ahora, ¿qué haces tú? ¿Te negarás? Deseo religiosas indias, víctimas de Mi amor, que sean María y Marta, que estén tan unidas a mí que puedan irradiar mi amor en las almas. Deseo religiosas libres, cubiertas con mi pobreza de la cruz. Deseo religiosas obedientes, cubiertas con mi obediencia en la cruz. Deseo religiosas llenas de amor, cubiertas con mi Caridad de la cruz. ¿Te negarás a hacer esto por mí?» 



     Mi querido Jesús, lo que me pides va más allá de mis fuerzas. Puedo apenas entender la mitad de las cosas que deseas. Soy indigna. Soy una pecadora. Soy débil. Ve, Jesús, y busca un alma más digna y generosa que yo."

     " Dame luz. Mándame tu propio Espíritu, que me indicará tu voluntad, que me dará la fuerza para hacer las cosas que te agradan. Jesús, mi Jesús, no dejes que me engañe. Si eres Tú quien lo desea, dame una prueba de ello; si no, permite que [este pensamiento] abandone mi alma. Confío en ti ciegamente. ¿Dejarás que se pierda mi alma? Tengo tanto miedo, Jesús. Tengo mucho miedo. No permitas que me engañe. Tengo tanto miedo. Este temor me hace ver cuánto me amo a mi misma. Tengo miedo del sufrimiento que vendrá con el llevar una vida al estilo indio, vistiendo como ellos, comiendo como ellos, durmiendo como ellos, viviendo con ellos sin poder nunca en nada seguir mi voluntad. Hasta qué punto la comodidad ha tomado posesión de mi corazón. "
.


    A todas estas dudas que su vocación le planteaba, escuchó como su Señor le respondía:


     «Sufres mucho y sufrirás, pero recuerda que yo estoy contigo. Aunque todo el mundo te rechace, recuerda que tú me perteneces y que yo te pertenezco. No temas, soy yo. Solo obedece – obedece muy alegre y prontamente y sin preguntas. Solo obedece, Nunca te dejaré si tu obedeces».


     Madre Teresa fue generosa en su respuesta, pese a las muchas dificultades que preveía y pese al temor de estar equivocándose. Su oración constante fue su guía en todo este peregrinar y  al fin, le dice en su carta digida a través de uno de sus  directores al Arzobispo Périer: 


    " Contesté, Tú lo sabes, Jesús, estoy lista para ir inmediatamente.

     Desde entonces, no he oído ni visto nada, pero sé que todo lo que he escrito, es verdad. Como le he dicho, no me apoyo en esto, pero sé que es verdad. Si no hablase de esto, si tratase de eliminar estos deseos de mi corazón, sería culpable ante Nuestro Señor. ¿Porqué me ha sucedido todo esto a mí, la más indigna de Sus criaturas? No lo sé y he tratado a menudo de persuadir a Nuestro Señor a buscar otra alma más generosa, más fuerte, pero parece que Él se complace de mi confusión, de mi debilidad. Estas ansias de saciar el deseo que siente Nuestro Señor de las almas de los pobres, de víctimas puras de Su amor, crece con cada Misa y cada Santa Comunión. Todas mis oraciones y toda mi jornada, en una palabra, están llenas de este deseo. Por favor, no lo retrase más. Pida a Nuestra Señora que nos dé esta gracia el día 8, día de Su fiesta 
".

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